Disfruto las historias con finales felices y estoy seguro que no soy la única, somos fans de los desenlaces, llenos de esperanza y emoción por el futuro. Algo que nos haga decir: “fue un camino difícil, pero ¡ lo logramos!  El libro de Jueces toma todas esas expectativas y las cambia por completo. Me llaman la atención las últimas palabras del libro de los jueces: “en estos días, no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía”

Jueces 21:25

Esté libro no es fácil de analizar. Es un tiempo en la historia de Israel que se caracteriza por ese ciclo repetitivo: el pueblo comete apostasía, Dios trae juicio, el pueblo se arrepiente y Dios los rescata a través de un libertador. Después de la victoria de cada juez, no podemos evitar pensar: ¡quizás ahora el pueblo comprendió que debía obedecer al Señor! Pero una y otra vez nos damos cuenta que este no fue el caso. La frase “cada uno hacía lo que bien le parecía” es clave en el libro de Jueces. El pueblo no reconoció a Dios como rey. Más bien, se olvidaron de EL y de Sus mandamientos.  Cuando Dios ordena a Israel que lo ame y lo Adore no es por un capricho es porque EL sabe lo que nos espera cuando vivimos a nuestra manera. Es fácil indignarse contra el pueblo de Israel cuando leemos esta parte de la historia. ¿Cómo es posible tanta necedad? Lo difícil es reflejarnos a nosotros mismos en estas páginas.

El último versículo del libro de Jueces es un desenlace terriblemente oscuro. Pero no es el final de la historia. 

Jesús, más de 1000 años después, se encarnó para morir en la cruz y rescatarnos, al tomar sobre sí mismo, la culpa de nuestra maldad y de nuestra rebeldía. Ahora no tenemos que vivir según nos parezca mejor. Podemos por su gracia, vivir una vida que le agrade.

Cuando nuestra carne es débil, el se fortalece. El libro de Jueces está en nuestras Biblias por una buena razón. Necesitamos recordar todos los días lo que sucede cuando no obedecemos a nuestro Padre. Por eso la guía para nuestra adoración y obediencia a Dios debe ser lo que está escrito en su palabra y no lo que pensamos o lo que nos parezca mejor.

Pidamos al señor que examina en nuestro corazón. ¿Hay algo en lo que estamos actuando, conforme a nuestro parecer, sin consultarle o incluso yendo en contra de su Palabra? 

La palabra de Dios nunca se contradice.

Ps. Marcia Gomez